viernes, 14 de noviembre de 2014

Cosas mías

Ha llegado el viernes por fin. Ha sido una semana rara, el otoño se puso juguetón y  tuvo un par de días tontos en los que desapareció como por arte de magia para volver a aparecer cargado de agua, pero sin esas temperaturas que te dejaban helad@. Y no sé si serán cosas mías o cada día que pasaba era de más de improvisar que el anterior, lo cual es bastante improvisar…

Si la semana pasada os contaba que me había sentido como el conejo de “Alicia en el País de las Maravillas”, ésta he estado más cerca de Harvey Keitel como solucionador de problemas… A elegir,“Sr. Lobo/Winston Wolf” en “Pulp Fiction”o el “Sr. Blanco/Mr. White” en Reservoir Dogs. Peliculones, por cierto. Pero reconozco que ha sido muy productiva, eso también. Hoy no quiero aburriros con detalles sobre las muuuchas cosas que hacemos tod@s y lo complicado que resulta conciliarlo –me lo apunto, sobre la conciliación habrá que hablar, porque es una bonita palabra de esas con las que se le llena la boca a algunos, pero una utopía en este país, toda mi admiración a los y las que lo consiguen sin ayuda-, porque ya tendréis bastante con lo vuestro.

Ah, pequeño inciso antes de que me olvide. La próxima semana me gustaría hablaros un poco del SundayMarket Valladolid, mercado urbano que fomenta el pequeño comercio de la ciudad y a los nuevos emprendedores, que se celebrará en el Edificio Envite (Calle Nitrógeno 41),  en el que participaré con los tocados, sombreros y demás cosas bonitas de La balaca el próximo domingo 14 de diciembre y de lo que andamos preparando para nuestro estreno en el tú a tú con la gente. Porque me hace montones de ilusión. Como dice Roque: ¡Estoy a tope!

Y cambiando de tema, delante de la pantalla me hallo cavilando cosas mías, en este pequeña tregua que me permito una vez a la semana, pequeñas paranoias que pienso y que comparto con vosotros. Gracias por leerlo… sobre todo si aguantáis hasta el final. Hoy me he levantado atravesada, es así. Es mentira que el día tenga 24 horas. Ya sé que estoy aseverando, pero a mí es un tema que me tiene muy indignada. Ejerzo mi derecho al pataleo más descarado. Estoy barruntando un contubernio entre los que deciden volvernos locos con los cambios de hora, las grandes farmacéuticas y los mandamases del mundo para que no nos dé tiempo a nada no vaya a ser que nos  pongamos demasiado gallit@s,  y, de paso, tengamos que recurrir a fármacos para aliviar nuestra ansiedad o nuestro insomnio… Vamos, que gana la banca, las masas bajo control y  de paso a forrarse. Alguna vez me los imagino a todos en sus faraónicos despachos en sillas labradas de respaldos inmensos entrelazando sus manos tipo Sr. Burns de “Los Simpson” y sonriendo de medio lado mientras nos observan, así… pequeñit@s, corretear de un lado a otro  en pantallas táctiles que manejan con esos dedos largos y finos llenos de anillos… -ay- que ni en “MinorityReport”…

Tema comida. Cocinar mola, de acuerdo, pero ¿son cosas mías o  hacerlo tooodos los días varias veces a toda prisa y procurando que sea sano y variado, mientras tienes otras 50.000 cosas que hacer, pierde toda la gracia? Qué bonito cuándo ves en las pelis a la gente después de trabajar todo el santo día –estupenda, claro-  llegar a casa -perfectamente limpia y ordenada- y servirse una copa de vino en su impoluta cocina mientras cortan vegetales -si amig@s, esto es siempre así, vegetales, para ensalada o guarnición… aunque ahora que lo pienso suelen ser tomates- en su nuevísima tabla de madera y termina -¡solo! juro que nunca he visto como la aderezan o preparan antes- de asarse en el horno algún tipo de carne suculenta. Otra vil mentira para arruinarnos la autoestima. Cuando era joven e incauta… pensaba que acabarían por inventar una cápsula o algo que contuviera todos los nutrientes, minerales y vitaminas que las personas necesitamos para alimentarnosy que, además, ése alucinante invento evitaría el hambre en el mundo y a mayores, que nos pusiéramos gordos, nos subiera el colesterol, o fuéramos hipertensos. Pues no, oiga, 20 años después, es más fácil que Justin Bieber, Brangelina o Lady Gaga lleguen al espacio. Mal mal mal.
 
Hacer cola en el banco. Mal también. Te da tiempo a pensar, y entonces, mientras esperas, te acuerdas de las comisionesporabsolutamentetodo o empiezas a pasear la mirada por la oficina bancaria y te vas topando con todos esos carteles y folletos tan amigables… y te cabreas claro. O te entra mal rollito como mínimo. Todo por cajero, venga, que ya estamos en el siglo XXI, ponérnoslo más fácil.

Invitar a un amiguito de tu hijo a casa a jugar. Lo paso fatal, lo reconozco. Es como una cita, por dios… Generalmente vamos todos tan preocupados-ocupados que,aunque lleves 3 años viendo a sus padres todos los días un par de veces, apenas has intercambiado unas palabras con ellos, y claro, te sientes torpe, te da corte y lo vas postergando. Te entran dudas de si será apropiado porque no le conoces lo suficiente, si debes dar tú el primer paso, si ya estará comprometido con alguien, cómo comportarse para no parecer desesperada o si voy inapropiadamente vestida, y ¡oh, terror! y si me rechaza… 

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