miércoles, 8 de octubre de 2014

Los extremos se tocan

Se puede escuchar a Extremoduro y hacer tocados a la vez y no estar loc@. Como en la canción.

Estaba yo pensando estas cosas entre trozos de cuerda y cartón mientras hacía un mamut… sí, habéis leído bien, un mamut, pero esto es otra historia…

El fin de semana pasado estábamos con Arantxa y Chechu en la Feria de Valladolid viendo el concierto de Extremoduro, donde precisamente este domingo estuvimos Carmen y yo echándole un vistazo a la Feria de Boda. Qué cosas.

Del concierto no os digo nada, son mi debilidad y cuando se trata de ellos pierdo completamente la objetividad -“se os quiere”, a vosotros también. Qué sería de mis paseos por el pueblo sin tenerlos enchufados a toda pastilla en mi móvil. No, desde luego, no sería lo mismo.

De la Feria de Boda esperaba sinceramente poder contaros más. Tendencias y ese tipo de cosas pero vistas en primera persona, aunque me temo que no voy a poder aportar nada nuevo. Hoy, querid@s amig@s, más adelante ya se verá.

Allá que íbamos Carmen y yo, esperanzadas en confraternizar con la gente de los diferentes stands y ver un montón de cosas chulas, charlar un rato e intercambiar intereses. Que digo, con unas palabrejas ya íbamos que chutábamos, pero no. La verdad verdadera es que, era acercarse a un stand con tocados, y de la sonrisa inicial pasábamos a ver lo bien que les quedaba la ropa por detrás. Vaya, que era oír que también me dedicaba a hacer tocados y como mencionar a la bicha, oiga.

Cierto es que hubo un par de excepciones, chicas muy agradables. Sobre todo, y no barro para casa, de una peluquería de La Cistérniga. Simpática, con la sonrisa perenne y dispuesta a hablar tranquilamente con todo el que se acercaba, aunque por el momento, Carmen y yo no pensáramos en formalizar nuestra relación. Tal vez ahí estuvo el fallo de nuestra estrategia, en su ausencia… Charlamos cinco minutos y hablamos de tocados sin que nos tomara como una potencial amenaza o fuésemos dispuestas a, mientras una la mantenía entretenida con la cháchara, la otra se descolgara desde una de las vigas del techo, enfundada en un traje de lycra negro y verdugo a juego, indudablemente Carmen… , para sustituir sus bonitos diseños por otros de La balaca… Sí, estoy muy cinematográfica últimamente, qué le voy a hacer.

La felicidad no dura eternamente -no me escuchéis futuribles matrimoniados, es mentira, de verdad-, en este caso no pasó de los  cinco minutos que tardó su compañera en volver del descanso.

En resumen, tocados había. Y bastantes, están de moda, no hay duda. Ahora, ya lo de verlos… nos resultó muy complicado, ¡nos los tapaban! Tremendo, apocalíptico, como diría Piqueras. Y es que yo por mis tocados, MA-TO.


“Gracias por venir a donde alguien os quiere sin que vengáis, y si no nos volvemos a ver que sea por vuestra culpa”. Biquiños.


No hay comentarios:

Publicar un comentario